Han pasado muchos años hasta que nuestro buen campanero haya tenido el honor de enseñarnos el mundo desde lo alto de su torre. Allí arriba, la vida se contempla con una mirada diferente, nos dice.
Paradoja de lo incomprensible, nuestra curiosa aventura ambientada en el Valencia de los años cincuenta se ha transmutado en un magnifico álbum editado en Francia. Ilustrado por Txemacantropus, el sueño no podía ser más que luminoso.
Como Dios bendice hasta las patatas, quizás nos quede algo de esperanza botánica para que, un buen día, nuestra aventura pueda leerse en el idioma que le tocaba de campanas.
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